El Campeón de Capua

El que haya visto la pelicula de Russell Crowe o la serie Espartacus, ya tiene una idea de lo que era un Gladiador. El Origen de los Gladiadores se remonta al siglo VI antes de nuestra era cuando los milicianos etruscos (oriundos de la zona norte de la actual Italia) luchaban entre sí para honrar a los difuntos de las clases influyentes de la sociedad. El término gladiador viene del latín gladius (espada), de ahí gladiator o portador de la espada. Con la llegada de las primeras repúblicas romanas, los gladiadores eran presos, esclavos y ladrones, que estaban obligados a luchar. Con el tiempo, Roma decidió que tal ritual tradicional debía incluirse en la vida social del pueblo, convirtiéndose en un espectáculo admirado por todo el mundo. Una de las cosas que mas me asombra al respecto, es que era el publico quien practicamente decidia la fortuna del perdedor, vivir o morir. Y para el Gladiador, el premio mas anhelado, era su libertad. Se luchaba por la vida y la libertad.

Hoy en dia no tenemos espectaculos de Gladiadores, ni esclavos, ni presos obligados a luchar con otros hombres y bestias para recuperar la libertad que les fue robada. Así como tampoco tenemos un Doctore que nos entrene en el arte de luchar, enseñando los trucos para ser el campeón del Coliseo. No es el publico quien decide tu destino, eres tu mismo. Eres dueño de tu vida, de tu libertad. No tienes un Dominus que decida por ti, que hable por ti, que sea tu dueño y amo. Eres libre de decidir en que pelea luchar, pero de la misma manera que los antiguos Gladiadores, llevamos nuestra arma de ataque y defensa, la espada y el escudo.

Considero que las luchas de hoy en dia son algo complicadas, digo porque a veces no te las esperas, te toman por sorpresa,y pueden durar mucho tiempo, es como un baile coreografiado de accion y reaccion. Los oponentes atacan en el momento menos esperado, tomandote desprevenido y desequilibrandote momentaneamente. Tratas de marcar tu objetivo y ser lo mas certero con la espada, esquivas, vuelves a esquivar, y en el preciso momento que tu atacante logra tumbarte, te proteges con el escudo hasta salir de la zona de peligro. Respiras, recuperas fuerzas y atacas. Tu vida, tu libertad, dependen de ti.
Los Gladiadores de hoy en dia luchamos contra otras bestias, muchas veces no tienen cara, pero te despiertan el mismo temor que si fuera un animal de dos cabezas. Al menos los antiguos Gladiadores siempre veian la cara de su enemigo, y tal vez eso lo hacía mas facil de apuntar. En cambio nosotros, luchamos contra enemigos que no vemos, y que muchas veces nosotros mismos inventamos.

Temores, dudas, miedos, incertidumbres. Son algunas de las bestias que enfrentamos en nuestro Coliseo de la vida. Nos esperan encerrados en una jaula jadeando, murmurando y asustandonos. Esperando que se abra la puerta que nos separa y combatir a muerte, intentando derrumbarnos y alejar lo mas posible nuestras armas, la espada y el escudo, que son la fortaleza y  confianza en nosotros mismos. Sin embargo, a diferencia de la Antigua Roma, nuestro Coliseo esta lleno de un publico que nos apoya, nos aplaude y nos anima a sobrevivir. Que en su mayoria nos acompañaran durante toda la lucha, y en el momento que caigamos y tengan que decidir nuestro destino, siempre daran la señal de vivir.

Tal vez nuestras luchas no sean tan romanticas o poeticas como las de los antiguos Gladiadores, tal vez ni tengamos publico en algunas de nuestras luchas; quizas no usemos una armadura radiante como Espartaco, o quedemos en la historia como leyendas. Pero si algo tenemos en comun con ellos, es el deseo de sobrevivir, y eso, no debemos permitir que nadie nos lo quite nunca.





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